De 2013 a 2018 se registraron 62 días con concentraciones iguales o mayores a 155 ppb de ozono en la ZMVM, de acuerdo con las autoridades capitalinas. En ese periodo se aplicaron 29 eventos de contingencia ambiental, pero, antes de 2016 los límites eran de 185 ppb.
Ciudad de México, 24 de mayo (SinEmbargo).– Las contingencias ambientales se han vuelto un pan de cada día –o cada semana– en la Zona Metropolitana del Valle de México. Los vecinos usan sus canales de comunicación y las redes sociales para enterarse, a diario, si su automóvil circula. Los maestros se informan en los noticiarios sobre la emergencia ambiental del día antes de ir a sus escuelas, donde deberán moldear sus planes de estudios para hacer frente: salir o no al patio, ante los rayos de sol o el smog fastidioso se ha convertido en una nueva rutina, ante la actividad solar, el efecto del cambio climático, y otros que se apilan sobre una urbe –y su zona conurbada– cada vez más estresada.
Ahora, se le suman las intensas olas de calor que se han vivido en todo el país, y de manera inédita, como en muchas regiones, la capital del país y el Estado de México, conocida como la ZMVM, donde se han roto récords casi cada semana de temperaturas nunca antes vistas.
El 9 de mayo, por ejemplo, al menos nueve ciudades mexicanas batieron récords de temperatura: Ciudad Victoria, en el estado fronterizo de Tamaulipas, alcanzó los 47.4 grados Celsius.
Con precipitaciones por debajo de la media en casi todo el país en lo que va de año, los lagos y embalses se están secando, las reservas de agua se están agotando y las autoridades han tenido que transportar agua en camiones para atender tanto a hospitales como a equipos de bomberos. Los bajos niveles de las presas hidroeléctricas han contribuido a los apagones en algunas partes del país.
Además, los consumidores también sienten el calor. esta semana, por ejemplo, la cadena nacional de tiendas de conveniencia Oxxo, la más grande del país, dijo que estaba limitando las compras de hielo a sólo dos o tres bolsas por cliente en algunos lugares.
“Tenemos una combinación de tendencias de largo plazo y variabilidad climática. Tenemos al Niño, actividad solar… Tenemos oscilaciones: un año bueno, dos malos, pero ahora esas oscilaciones están montadas sobre una tendencia ascendente, provocada por la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Posiblemente el año próximo podría ser mejor, pero no mejor que a los que estábamos acostumbrados. Podrá ser no tan malo como este, pero no ya como el pasado”, reflexiona en entrevista con SinEmbargo el doctor Luis Gerardo Ruiz Suarez del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM.
DE MAL EN PEOR
Pero la situación todavía irá a peor. Incluidas las posibles contingencias ambientales que faltan en el año.
El miércoles, científicos de la UNAM advirtieron que, en un hecho sin precedentes, México superará récords históricos de calor en los próximos días y semanas. Es muy probable que 2024 sea el año más cálido del que se tiene registro; los científicos ya habían alertado que debido al fenómeno de “El Niño” se presentaría un significativo aumento de temperatura.
Pero en los próximos 10 o 15 días, el país experimentará las mayores temperaturas registradas en la historia y esto podría generar altos niveles de contaminantes debido a la presencia de ozono, señalaron desde el ICAyCC.
En el caso de la CdMx, ésta podría llegar a 34 o 35 grados Celsius; en San Luis Potosí, por arriba de 45 grados. Ya el Coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático (PINCC), Francisco Estrada Porrúa, informó que el pasado mes de abril fue el mes más cálido en la historia, no solo en México, sino en 47 países, algo de lo que se carece de registro histórico, por lo que es muy probable que 2024 sea el año más cálido del que se tiene antecedentes.
“¿Qué se requiere para un episodio de contaminación extrema? Altas temperaturas, alta radiación, poca ventilación, y eso genera el fenómeno. Entre más radiación haya hay reacciones. Y a mayor temperatura las reacciones químicas van exponenciales. Entonces tenemos que la cadena va más rápido. Y el otro efecto es que las emisiones aumentan de manera exponencial: en un día soleado todos olemos la gasolina de un auto. Tienes la sopa perfecta para este episodio, porque son las condiciones que te genera una ola de calor”, explica el experto de la UNAM.
EL PROBLEMA DE LAS ONDAS DE CALOR
El fenómeno que estamos por vivir, explican los expertos se debe a la urbanización, por lo que si se compara esta información con el atlas de riesgos de la Ciudad de México y la zona conurbada, es posible ver que ambas regiones coinciden. Es decir, el municipio con mayor calentamiento será Nezahualcóyotl, al igual que las alcaldías Venustiano Carranza, Iztacalco, Cuauhtémoc y Gustavo A. Madero, donde la temperatura se ha incrementado en uno o dos grados centígrados.
¿Y las soluciones? El doctor Ruiz Suárez argumenta que dos cosas se deben hacer ya: “Mitigar y adaptar”. “En esas dos líneas de acción están las colectivas y las individuales. Por ejemplo, dejar el auto en la casa y usar el transporte público, pero necesito la oferta de transporte público. Necesitamos una oferta amplia, segura, eficiente, cómoda, para poder optar por ella. Siempre se necesita una acción por parte del Estado para esa oferta, o para la vivienda: la manera más eficiente de combatir el cambio climático, la contaminación atmosférica y al mismo tiempo protegerme es vivir cerca del trabajo”, explica.
El cambio es, efectivamente, sistémico. “Lo más eficiente es oferta de vivienda a distancias razonables de la fuente de trabajo. Pero no ha habido en los últimos 30 años una oferta o un programa del Estado para la vivienda. El Infonavit y el Fovissste han jugado con las reglas de mercado: se compró muchas casas a distancias enormes de los trabajos porque no había otra opción. La consecuencia de una ciudad así después no puedes llevar tampoco servicio eficiente: no hay mercado para líneas de Metro o Metrobús, y la solución recae en las combis o en autobuses”, añade. Un círculo vicioso.
Pero el problema no es de vecindarios, ni de ciudades, Ni siquiera solamente de algunos países. Es un fenómeno global. “Una norma de carácter nacional: la eficiencia de los vehículos, que cada vez den mejor kilometraje por litro, eso sería una norma de aplicación nacional”, explica. “Y de carácter local, los programas de verificación obligatoria, Hoy No Circula… Pero todos los escalones deben cumplir su parte”, completa.
Sin embargo, la voluntad política y del sector privado está lejos de ser el ideal. “Me ha tocado que los representantes del Gobierno a veces se ponen del lado de la academia y de las organizaciones civiles, y a veces del lado de los industriales. El problema de la protección del ambiente es que tiene que estar presente en la población para hacer presión. Si la ponemos, los gobiernos van a ir más hacia normas progresivas. Si nos desentendemos, las cosas van a seguir como están”, aseveró.
“Tengo muchos años participando en comités de normas donde el sector privado llega con el discurso de que sí hay que hacer algo para proteger el ambiente, pero cuando pones valores estrictos dicen que va a afectar el empleo, va a subir costos, la competitividad… Nunca he tenido la experiencia de que acepten los valores que proponen. Pero cuando no tienen éxito en los valores de la norma, buscan que el método sea uno más tolerante. Es sistemático”, destacó.
LA EVOLUCIÓN DE LAS MEDICIONES
Desde 2006, las contingencias se miden con fundamento en la Norma Ambiental NADF-009-2006, que en 2018 fue actualizada, para cinco de los contaminantes: dióxido de azufre, monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno, ozono y partículas suspendidas. Se representaba con una escala que va de 0 a 500, donde el valor de 100 se asignaba al valor indicado por la Norma Oficial Mexicana para cada contaminante.
Un valor menor a 100 se consideraba satisfactorio y con un bajo riesgo para la salud, mientas que un nivel superior a 100 implicaba algún riesgo para la salud, es decir, entre más grande era el valor del índice, mayor era la contaminación y el riesgo.
En la década de los 90 del siglo pasado, la Fase 1 de contingencia ambiental se aplicaba cuando se alcanzaban 294 ppb (partes por billón). Esta concentración ha cambiado en ocho ocasiones para ir haciendo cada vez más estrictos los valores y proteger la salud de la población. Los cambios más recientes son:
—2011 a 2015 = 199 ppb
—2015 a 2016 = 185 ppb
—2016 a la fecha = 155 ppb
La Fase 1 de la contingencia ambiental debe medir un índice mayor a 155 puntos. Para entrar en la Fase II se deben registrar 200 ppb de ozono. En esta condición, además de las medidas de la Fase I, se suspenden las clases en el nivel básico y los eventos artísticos y deportivos al aire libre.
Cuestionada por la cantidad de contingencias que se han presentado este año –van 10 emergencias, contando hasta la iniciada el miércoles 22 de mayo–, las autoridades capitalinas han aclarado que “a nivel mundial se decretan contingencias ambientales atmosféricas para proteger la salud de las personas y reducir la emisión de gases contaminantes”.
De 2013 a 2018 se registraron 62 días con concentraciones iguales o mayores a 155 ppb de ozono en la ZMVM, de acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México. En ese periodo se aplicaron 29 eventos de contingencia ambiental, pero antes de 2016 los límites eran de 185 ppb. “Es decir, si en ese período se hubiesen decretado a los 155 ppb que actualmente se utilizan, el número de contingencias hubiese sido mayor”, aclaró.